Play the Game, la vida empieza a los 80

Una publicación tan prestigiosa como el New England Journal of Medicine, tras serio estudio científico, afirma que más del 5O por ciento de los senior citizens practica una muy activa vida sexual...

RENE JORDAN

Una publicación tan prestigiosa como el New England Journal of Medicine, tras serio estudio científico, afirma que más del 5O por ciento de los senior citizens practica una muy activa vida sexual. Según las citadas cifras, en el campo de las relaciones carnales la vida comienza a los 80 años.

El guionista y director Mark Feinberg se propone convertir la estadística en comedia picaresca. El joven David (Paul Campbell) pretende darle lecciones de seducción a su abuelo Joe (Andy Griffith), que recientemente cumplió los 84 años y se queja por su absoluto desinterés en buscarse una mujer que lo consuele de su viudez. El muchacho insiste y el maestro se convierte en alumno cuando peculiares circunstancias convierten al anciano en --más o menos-- el Don Juan de la comunidad de retirados.

Tras casi un lustro de inactividad, la súbita potencia de Joe es atribuida a una dosis de Viagra que la emprendedora Edna (Liz Sinclair) le administra --sin él saberlo-- en una copa de vino. El siguiente interludio de alcoba va tratado por

 

Feinberg con mucho cuidado, para que el filme se mantenga dentro de los límites del PG13. El viejo se somete pasivamente al ataque de la agresiva Edna y experimenta lo que se anuncia como su debut en el sexo oral a los 84 años de edad.

Play the Game hace todo lo posible por no pasarse de la raya y se contenta con dejar caer alguna que otra risa para un público no exigente que le vea la gracia a ocasiones bastante penosas. A lo sumo, Feinberg aspira a bailar el pasodoble del relajo con orden, pero prefiere distraer la acción hacia el amorío del nieto con Julie (Maria Sokoloff) que integran una parejita desabrida.

Griffith tiene largo historial desde que emergió en 1955 con No Time for Sergeants, gran triunfo en Broadway y luego en Hollywood. Su máximo desafío profesional fue A Face in the Crowd, donde Elia Kazan le cambió la imagen para presentarlo como perverso ídolo de la TV, un peligroso demagogo con aspiraciones políticas. Nunca más tuvo Andy semejante oportunidad pero, irónicamente, con el tiempo derivó hacia la TV como su medio principal, consagrándose con el legendario Andy Griffith Show.

Para un comediante tan versátil, el papel del abuelo Joe es un paseo sin posibles tropezones. Dentro del vulgar tono de chanza, Griffith logra darle patetismo al personaje del impotente redimido, que al fin encuentra su geriátrico romance junto a la siempre bienvenida Doris Roberts. No obstante el esfuerzo de estos dos por animar la farsa, Play the Game pasa sin dejar rastros. Ni pica ni mortifica.•